«Mirad y guardaos de toda codicia»; es la recomendación a los apóstoles y a todos nosotros en este domingo. Que nace del enfrentamiento de dos hermanos por una herencia. Y nos refleja una realidad que produce grandes dosis de sufrimiento: La codicia. La codicia es como el agua salada, pues cuanto más se bebe más sed da.
Frente a la codicia una oración persistente, porque cuando nos encontramos con Dios, solamente su amor nos devuelve la vida y la alegría. Hemos de morir a toda clase de codicia para resucitar a una vida nueva. Porque la vida y la alegría dependen, sobre todo, de nuestra confianza en Dios. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!… Pon a Cristo en tu vida, pon tu confianza en él y no vas a quedar defraudado! Déjate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda. Y encontrarás la vida feliz, que brota de la confianza en Dios. (cf. Papa Francisco)