«A Dios no se le mueren sus hijos» XXXII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, es estar llenos de vida, llenos de esperanza. El ser creyente es signo de vida, nos recuerda lo que somos y lo que debemos vivir.

Porque Dios nos ha llamado a la vida. Si estamos cansados, fatigados, si en ocasiones la tristeza se instala en nosotros no olvidemos que a «Dios no se le mueren sus hijos», es decir, Dios está con nosotros, nos acompaña en nuestro caminar, nos llama a la VIDA.

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