Es la experiencia de la Transfiguración, es la experiencia de la fe: paz, tranquilidad, descanso, valor. Ahora nos toca subir al Monte Tabor a encontrarnos con el Señor, a dejar que nuestra vida sea transfigurada por el Señor. La montaña representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el lugar de la oración, donde estar ante la presencia del Señor. E ir dejándonos hacer por el Señor, que nos vaya modelando, nos vaya transfigurando. Así no habrá desierto que pare nuestro camino hacia la Pascua.
Es una subida que nos impulsa nuevamente a bajar de la montaña e ir a la Jerusalén de cada día. Y es aquí donde tenemos que vivir esa experiencia de transfiguración. ¿Cómo?: compartiendo con los demás el tesoro del amor de Dios, de la esperanza, de la confianza, de la fe. Acompañando unos a otros en todos los momentos de nuestra vida. Animando al que está cansado, dando esperanza al desesperanzado, consolando al triste, amando al que está solo. Hoy se nos invita a subir al Monte Tabor para dejarnos transfigurar para bajar con la caridad fraterna, no perdamos esta oportunidad.