Nace esta parábola de una pregunta: ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?: no podemos hacer nada para merecer una herencia la recibimos por ser familia de Dios, aunque la podemos perder. Y Jesús le remite al mandamiento del amor, donde Dios viene a mí en el prójimo. ¿Quién es mi prójimo?
Jesús no hace distinción entre prójimo y no prójimo. La humanidad no está dividida así. Para que tú sepas quién es tu prójimo, depende de que veas, te mueva la compasión y te acerques. Depende de ti y no del otro que lo reconozcas.