«A nadie le debáis nada, más que amor» (XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO)

En las lecturas de este domingo Jesucristo nos enseña cómo debemos acompañarnos los unos a los otros. Cuando habla de la corrección fraterna, no es tanto el corregir directamente a los demás sino el estilo de saber cómo nos tenemos que acompañar y en ese acompañar como debemos animarnos a corregir nuestras fragilidades. El Señor marca tres actitudes:

Caridad: no se puede acompañar y corregir a una persona sin amor y sin caridad. Sería como «hacer una operación quirúrgica sin anestesia». Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la curación y aceptar la corrección.

Verdad: Junto con la caridad, es necesario «decir la verdad» y jamás «decir una cosa que no es verdadera». Cuántas veces en nuestras comunidades se dicen cosas de otra persona que no son verdaderas: son calumnias. Si la verdad se dice con caridad y con amor, es más fácil aceptarla.

Humildad: corregir con humildad. Es bueno tener presente, que si debes corregir un defecto pequeño, piensa que tú tienes tantos más grandes. Reconocer que yo soy más pecador que él.

Pidamos la capacidad de saber acompañarnos los unos a los otros con la delicadeza, prudencia, humildad y caridad, especialmente a quien ha cometido una culpa.

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