Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, es estar llenos de vida, llenos de esperanza. El ser creyente es signo de vida, nos recuerda lo que somos y lo que debemos vivir.
Porque Dios nos ha llamado a la vida. Si estamos cansados, fatigados, si en ocasiones la tristeza se instala en nosotros no olvidemos que a «Dios no se le mueren sus hijos», es decir, Dios está con nosotros, nos acompaña en nuestro caminar, nos llama a la VIDA.