«Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». Último domingo de Adviento, a cinco días del Nacimiento del Señor. Y nos encontramos en esta semana con otro Sí de Dios. Hemos recorrido el Sí de la fortaleza, el Sí de la esperanza, el Sí de la Vida, esta semana el Sí a lo imposible: Confía-Fe.
Ese Sí a lo imposible, que se lanza lo tenemos en Nuestra Madre la Virgen María. Y esa fe a lo imposible nos lleva a descubrir que llevar a Jesús en aquella casa significaba llevar alegría, la alegría completa. María la que les trae el gozo pleno, el que viene de Jesús, y se expresa en la caridad de forma gratuita, en el compartir, en ayudarse, en la comprensión. La Virgen María nos quiere traer también a nosotros, a todos nosotros, el gran don que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría.
Así, la Iglesia es como María. La Iglesia no es una tienda, la Iglesia no es una organización humanitaria, la Iglesia es enviada para llevar a todos a Cristo y su Evangelio. Esta es la Iglesia: no se lleva a sí misma, si es pequeña, si es grande, si es fuerte, si es débil, sino que la Iglesia lleva a Jesús. Que por eso se lanza a lo imposible, no tiene miedo, confía.