Celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo, final del año litúrgico. Y nos recuerda esta solemnidad la verdad que ha vencido, que permanece: el amor de Dios entregado en la cruz por su Hijo Jesucristo y que gracias al Espíritu Santo por medio de la Iglesia nosotros podemos participar de ello.
Y hoy se nos invita a descubrir este modo de reinado de Dios. No es un reinado sobre intereses políticos, ni edificado en el miedo, ni el odio, ni el resentimiento, tampoco por la agitación social. Sino que es un reinado fundado en tres pilares:
- Amor; El amor es descubrir que estamos llamados a realizar los sueños de Dios en este mundo. Él nos ha hecho capaces de soñar que su amor es posible.
- Cercanía; Cuánta gente mira desde lejos y no entiende, no le interesa… Cuánta gente mira desde lejos para poner a prueba a Jesús, para criticarlo, para condenarlo… Jesucristo no mira nuestra vida desde lejos. No hagamos lo mismo.
- Ternura; El rostro de Dios que supone arriesgarse, gastarse, entregarse para primerear y fecundar en el mundo a través de gestos concretos.
Pilato al inicio le preguntó: ¿Qué has hecho? Hoy esa pregunta nos puede venir a nosotros también. Y que podamos responder: «he intentado ser cada día testigo de la verdad de un reino de amor, de cercanía y de ternura».