Cuarto domingo de Cuaresma, Domingo de la Alegría (Laetare) y seguimos en este tiempo de poda, hoy nos toca podar la tristeza e injertamos la alegría. ¿Se puede hablar hoy de alegría? ¿Cuál es el motivo por el que debemos alegrarnos?
- «de tal manera amó Dios al mundo» nadie queda fuera del alcance del amor de Dios por más bajo que haya caído. Es cierto que somos indignos de un amor así, pero Dios abre la puerta de la salvación a todos los hombres por igual. Toda la humanidad sin distinción está incluida en este amor.
- “tengan vida eterna”; El corazón de Dios está lleno de ternura para con el hombre, y ha ido hasta el último extremo para poder salvar a los hombres. La única condición que Dios pone es la fe. No depende la vida eterna de “buenas obras” como el que adquiere una parcela, sino que estas deben salir de una fe, que me lleva a amar gratuitamente. Es un amor compartido que nace de un amor alegremente recibido.
- “dejarnos iluminar por la luz de Dios”, porque solamente así descubriremos la verdadera alegría. Rechazando al pecado y abrazándonos a Dios y a su luz.
En este domingo “laetare”, de la alegría, podemos nuestras tristezas para que la alegría surja de un corazón que se siente amado por Dios y que a su vez ama con locura al Señor. Un corazón que se esfuerza además para que ese amor a Dios se traduzca en obras. Un corazón que está en unión y en paz con Dios, pues, aunque se sabe pecador, acude a la fuente del perdón: Cristo. Para renovar ese amor y darlo alegremente. Y no olvidemos que pensar en Dios da alegría.