La Iglesia celebra el Domingo de la Palabra para recordarnos la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida, una Palabra que nos invita a volver la mirada, el corazón al Señor. Porque el Señor, ante el arresto de Juan, no se cierra, no se refugia, sino que sale llamándonos al amor. A recordarnos que en el hoy de nuestra vida cada uno de nosotros somos llamados.
No perdamos nunca esa perspectiva, porque nos ayudará a vivir la vida, como un don, como un servicio, no nos creeremos dueños de nadie. Y no pondremos excusas para darnos, porque haya dificultades o no tengamos el fruto esperado. Lo que me mueve es la llamada de Dios a hacer presente su Reino, a vivir su voluntad.
¿Cómo comienza esta llamada?
Conversión; se trata de cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo.
Creer en el Evangelio; Es asumir la identidad de Cristo en nuestra vida. Nos da una identidad de ser hijos de Dios, imagen y semejanza suya y nos encomienda la preciosa tarea de vivir la eternidad en el hoy, en el amor a Dios y al prójimo.
Y a esto hemos sido llamados, como los apóstoles. Ellos se equivocarán como todos nosotros, pero no olvidemos nunca que eso no nos hace perder la identidad, puede que la ensucie, pero tenemos la fe, la misericordia, para cada día levantarnos y llevar esta identidad a lo concreto de mi vida.