En este domingo nos encontramos con tres parábolas, sobre el Reino de Dios, en torno a la virtud de la esperanza:
1ª parábola: trigo y la cizaña; Dios mira el «campo» de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar.
2ª parábola: el grano de mostaza; en aquel grano pequeñísimo, hay una fuerza que desencadena un crecimiento inimaginable. Dentro de nosotros hay una fuerza que se desencadena, para ello hay que caer en tierra. La paciente esperanza nos lleva a vivir en la esperanza: cuidando lo pequeño, lo que parece que no es importante.
3ª parábola: la levadura y la harina; lo pequeño se cuida ensuciándonos las manos, es decir, la levadura hay que mezclarla, el reino de Dios exige que se mezcle en nuestra vida, no hay que tener miedo a salir y ensuciarnos las manos, es el corazón degastado.
Estas tres parábolas nos muestran la esperanza del Reino de Dios, que comienza con paciencia y tesón, y nos lleva a sembrar en lo pequeño, sabiendo que no tenemos que tener a ensuciarnos las manos, para que fermente la alegría de Dios en el mundo.