Celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, el comienzo de la vida pública del Señor. Es un día no solamente para recordar el Bautismo de Jesucristo, sino también nuestro propio bautismo, porque cuando nos bautizaron también resonó en el cielo las mismas palabras: “Tú eres mi hijo amado”.
Somos hijos amados de Dios, por pura gratuidad suya. Hijos amados no para vanagloriarnos sino para dar gloria a Dios en el día a día de nuestra vida. Porque en el bautismo comienza esa historia de salvación que el Señor quiere escribir en nosotros, nos toca dejarle que sea quien inspire el día a día de nuestra vida, así cada instante, como dice hoy la segunda lectura, será un: “pasar haciendo el bien sin hacer acepción de personas”. Gracias, Señor por el regalo del Bautismo, ayúdanos a que nuestra vida sea esa siembra de hijo amado para los demás, como Tú sembraste en nuestra vida.