El Señor nos invita en este domingo a pasar por la puerta estrecha, que no es otra cosa que amar a Dios y al prójimo. Y esto no siempre es cómodo y agradable. Esta llamada nace en una aldea donde Jesús camino de Jerusalén iba enseñando. Ir a Jerusalén significa entregar la vida, y Jesús es consciente, pero no va quejándose, ahora me toca ir a Jerusalén, sino que va haciendo ese camino llevando la palabra de Dios.
Nos recuerda que en el camino que tenemos que recorrer, en ocasiones, a situaciones no agradables, no podemos ir quejándonos, protestando por nuestra situación o por quién nos acompaña, si en ese momento toca esto, tenemos que ir amando, en paz, sabiendo que Dios no nos va a dejar solos. Y así empieza la puerta estrecha, porque no es cuestión de cuántos se salvan, sino de elegir el camino correcto. ¿Por qué es una «puerta estrecha»? porque es exigente, el amor es siempre exigente, requiere compromiso, más aún, «esfuerzo», es decir, voluntad firme y perseverante de vivir según el Evangelio.
Que nos de la gracia de desear esa puerta estrecha del amor de Dios y luz para elegir el camino correcto cada día.