Es la nueva mirada sobre la salvación que Jesús nos comunica. ¡No hay otra puerta! Esta puerta pequeña, estrecha, angosta, no es apetecible a primera vista, no es atrayente. Por ella nadie nos ve, ni nos aplauden, ni nos dan honores ni premios. Pero merece la pena cruzarla.
Y para ello es necesario que apartemos de nosotros la maldad, vivir la humildad. Así descubriremos que la puerta estrecha es la de aquellos que dejan de pensar en sí mismo para pensar más en los demás, de aquellos que no hacen las cosas para ser los primeros y los más importantes, sino que se quedan atrás con tal de servir y de amar a todos. Al estilo del Señor.
Tan difícil,pero tan bonito y gratificante y solo posible con la ayuda del Espíritu Santo