«Enraizados en la esperanza: Hágase» II Domingo de Adviento/Inmaculada Concepción (Ciclo c, 2024)

Se nos invita a contemplar el momento de la Encarnación, momento que rezamos cada día en el rezo del Ángelus, porque refleja mucho momentos de nuestra vida y para que descubramos la cercanía de Dios.

María en su tarea, como nosotros en nuestros hogares, en nuestras luchas diarias escucha el anuncio más bello que podemos oír: «¡Alégrate, el Señor está contigo!». Una alegría que genera vida, que genera esperanza, que se hace carne en la forma en que miramos al futuro, en la actitud con la que miramos a los demás. Una alegría que se convierte en solidaridad, hospitalidad, misericordia hacia todos.

Y así nace el “hágase”. ¡Este «hágase» es esperanza! María es la madre de la esperanza. Toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando por el «sí» en el momento de la anunciación. María no sabía cómo podría llegar a ser madre, pero confió totalmente.

    Y ese “Hágase” es el que hoy tenemos que decir a Dios, poniéndonos en sus manos, abandonándonos a sus planes. Sabiendo que confiando los «cómos», «por qué» se transformarán en compromiso y esperanza. Que resuene en este día ese: “hágase”.

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