Hoy acompañamos a los discípulos de Emaús, desde nuestros hogares. Es un texto que nos muestra el camino de la fe en distintas etapas, y en estos momentos puede que refleje alguna de ellas nuestra vida:
1ª etapa: ante la dificultad, ante el “fracaso”: viene la huida de Jerusalén, cuántas veces esa es nuestra experiencia, ante unas expectativas que nos ponemos: yo esperaba,… Nace el desánimo y vuelvo enfadado conmigo y con los demás.
2ª etapa: Pero Dios no nos deja solos ni por imposibles, se cruza en nuestro camino, aunque no somos capaces de reconocerlo y nos pregunta. ¿Qué hay en tu corazón que te tiene apenado, preocupado? Es el Dios que nos escucha.
3ª etapa: no consiste solamente en escucharme a mí y mis problemas y dificultades; es también escuchar a Dios, dejarme iluminar por la palabra que es la que me va dando una mirada nueva. Entonces empieza a arder nuestro corazón.
4ª etapa: Ese corazón arde en plenitud en la celebración de la eucaristía, es verdad, que en estos momentos a distancia, pero es el lugar fundamental del encuentro con Dios y con los hermanos, porque es descubrir que todo lo que Dios ha prometido se hace realidad, es lo que hace arder nuestro corazón de Dios.
5ª etapa: pero no se queda solamente en ellos, que a gusto estamos, sino que hay volver a Jerusalén, como resucitados y llevar la experiencia de la resurrección a todos los que nos rodean. Es la misión de la Iglesia
No quita que después nos tropecemos, y tengamos la tentación de volver a huir, de dejarnos envenenar, pero es el momento de descubrir como una vez más Dios se cruza en nuestro camino, para partir su vida con nosotros y llevar esa vida a los demás.