«Alégrate, Jerusalén: la salvación» IV Domingo de Cuaresma (Ciclo B, 2024)

En plena Cuaresma, ¿cuál es el motivo de esta alegría? Nos lo dice el evangelio de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna»

Jesús en este diálogo con Nicodemo nos recuerda que Él ha venido «para que el mundo se salve». Esta es la misión la Salvación. Hoy se nos invita a descubrir que estamos ante el amor entregado: la encarnación hasta sus últimas consecuencias: Es la experiencia fundante del amor de Dios: el amor por encima de todo, el que da valor a la vida. Lo que hace Dios es porque nos ama de una manera que no podemos ni imaginar. Quiere salvarnos a base de amor. Nada le obliga a amar y, sin embargo, elige amar. Aunque no seamos fieles, Dios sigue amando.

Así descubrimos que la salvación está en abrirse a Jesús, y Él nos salva. Quien se acerca a la Cruz, locura de amor de Dios a la humanidad, percibe la luz y la verdad. Quien se acerca a la Cruz entiende la historia humana como un espacio de espacio de misericordia. Quien se acerca a la Cruz percibe que Dios nunca pierde la esperanza en el mundo. Quien se acerca a la Cruz elige amar y cualquier situación es una oportunidad para obrar con los mismos sentimientos de Jesús. Quien se acerca a la Cruz percibe que todo su obrar está hecho según el proyecto amoroso de Dios.

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