La invitación de Jesús a los apóstoles después de la tarea, de la misión. Es recordar que tenemos cada día volver a Jesús. Es retornar a la fuente de donde mana la vida, de donde fluye la esperanza y la alegría. Es importante buscar tiempos de descanso junto al Señor. Hacer silencio con el Señor, porque el tiempo que le dedico a Dios no lo robo a las demás tareas ni personas, sino que me hace mejor y los demás no se quejarán de ello. Y descubrir lo verdaderamente importante, si estamos atentos a Dios, estaremos atentos a los demás.
El Señor quiere que descubran la importancia de la fidelidad en la oración y que es la mejor escuela de amor. Y así aprender los tres verbos del Pastor:
Ver con los ojos de Dios. La mirada de Jesús no es una mirada neutra, o peor, fría o alejada, porque Jesús mira siempre con los ojos del corazón. No se irrita porque hayan interrumpido sus planes.
Y su corazón es tan tierno y está tan lleno de compasión, su compasión no indica simplemente una reacción emotiva frente a una situación de malestar de la gente. Jesús aparece como la preocupación y el cuidado de Dios por su pueblo.
Se puso a enseñarles muchas cosas. He aquí el primer pan que el Mesías ofrece a la multitud hambrienta y perdida: el pan de la Palabra.
Volvamos siempre a Cristo para descansar y así aprender a tener su mirada compasiva para llevar el pan de Vida que es Cristo a los demás.