Seguimos con la Partitura de Dios, aprendiendo a poner esa música de Dios en nuestra vida, para que siempre sea lo que tarareemos a nuestro alrededor. Si la I semana de Cuaresma, poníamos las notas de la fe. Esta semana, con el evangelio de la Transfiguración ponemos las notas de la esperanza. Si algo nos muestra la experiencia de la Transfiguración es la victoria del amor, la luz de Dios que no se apaga, por muchos vientos que haya. Y, ¿cómo podemos tener esa experiencia?
Lo primero: «Sal de tu tierra» Tenemos que salir de nuestra tierra, para descubrir todo lo que Dios, tiene que mostrarnos, así comienza la transfiguración, la transformación del corazón. Salir es subirse al monte Tabor, salir de mi tierra es superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz.
La experiencia de la transfiguración conlleva escuchar a Cristo, de hecho, significa asumir la lógica de su misterio pascual. Aprendiendo a saber llevar la cruz de cada día, no con resignación sino abrazándola con amor. Por eso nunca perdamos la esperanza que el Amor de Dios es capaz de transfigurar todo.