Se nos presenta hoy el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Que comienza por la compasión del Señor, rompiendo cualquier cálculo interesado u otras lógicas que no permiten confiar en la Palabra del Señor. El muchacho anónimo que pone todo lo suyo para que el Señor lo multiplique, esa es la lógica del don, un vaciarse, un poner toda nuestra vida, nuestro tiempo, nuestros talentos al interés de Dios.
Porque es aquí, donde se descubre la bondad no tanto en el saber o lo que hago, sino en la vida donada, en la capacidad de darse. Y aquel muchacho lo descubrió, y se nos invita hoy a cada uno de nosotros a aprender esta lógica en nuestra vida. Y vivirlo evitando la tentación del triunfalismo. El triunfalismo no es del Señor. La lógica del dar, va unida al silencio de la gratuidad y fraternidad.