Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad: Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo, fiesta de Dios, del centro de nuestra fe. Es verdad que es un misterio, pero un misterio que se nos revela en su Hijo Jesucristo en la celebración de la eucaristía. Contemplemos hoy en la Santísima Trinidad no solamente un misterio sino la comunión de amor de Dios Padre que se encarna en su Hijo y que continúa por el Espíritu Santo.
En la Trinidad reconocemos el modelo de la Iglesia, en la que estamos llamados a amarnos como Jesús nos ha amado. Y el amor es la señal concreta que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y el amor es el distintivo del cristiano, como nos ha dicho Jesús: «Id y haced discípulos». La Iglesia tiene que ser ese lugar de comunión de amor. De evangelio vivo en medio del mundo.
Hoy celebramos esta comunión de amor de la Santísima Trinidad, que sea también la comunión de amor de cada uno de nosotros en la vida de cada día.