En el evangelio de este domingo Jesús advierte a sus discípulos que van a encontrar dificultades serias en sus vidas y en su misión: “os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles…”. Ante esas difíciles circunstancias Jesús lanza un desafío: “esto os servirá de ocasión para dar testimonio”. Testimonio de que nuestra fe en Dios y nuestro seguimiento de Jesús se basa no en éxitos mundanos, sino en nuestra plena confianza en Él y en su mensaje y testimonio de que, por encima de todo, no nos buscamos a nosotros mismos en cualquiera de las formas posibles, sino que buscamos servir y entregarnos a Él y a nuestros hermanos en el servicio del amor.
Y nunca olvidemos que Jesús habla de dificultades, pero también de su presencia y su apoyo en medio de ellas: “yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro… ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”. Si el anuncio de las dificultades es contundente, la promesa de su ayuda no lo es menos.
El evangelio de este domingo nos invita a una confianza plena. Plena, pero no ciega. Y no es ciega porque se basa en la experiencia del Amor que recibimos y vivimos cada día.