El Evangelio de este domingo nos invita a seguir al Señor. Porque descubrimos que Dios quiere encontrarse con nosotros. Y lo primero es descubrir a Dios que pasa ante nuestra vida: “He aquí el Cordero de Dios”. Juan lo reconoce y lo muestra. Y sus discípulos lo siguen.
Comienza ese encuentro. Y de ahí nace la invitación a venid y lo veréis. Solamente cuando abrimos nuestro corazón a la experiencia de Dios, empezamos a llenarnos del amor de Dios, de su paz, de su misericordia. Y esta experiencia del venid y lo veréis es la oración diaria, es el encuentro en la eucaristía.
Él nos invita a dejarle entrar en nuestra vida. Para que descubramos esa experiencia de Dios que no es algo que te cuentan, sino la oportunidad de vivirlo uno mismo. Los sentimientos de Jesús se van haciendo nuestros sentimientos. El Espíritu de Dios nos va cambiando el corazón y nos va haciendo sentir con Jesús, sentir y vivir las cosas de la vida como Él. Es sentir a Dios como Padre. Esto requiere humildad y cosntancia y al final terminamos saboreando a Dios en nuestra vida.