El Evangelio hoy nos invita a no juzgar. Y nos da varias razones: No debemos juzgar a los demás, primero porque el juicio pertenece a Dios, sólo Dios conoce el corazón del hombre. Y nosotros que nos equivocamos y pedimos misericordia y comprensión, que menos que también la apliquemos ante los demás.Porque elegir la medida de la misericordia que nos exige más que cumplir unas normas o leyes, porque es una vida enraizada en el amor de Dios, que lo que busca es dar esos frutos buenos, sería una vida donde el corazón rebosa del amor de Dios y la ley se nos queda corta porque queremos hacer más.
Solo el amor sana muchas heridas. Nuestros pecados, nuestras equivocaciones, nuestros errores nos tienen que servir para crecer en comprensión, amabilidad y humildad para con los demás. Necesitamos aprovechar los fallos y aprender de los errores.
Y esto lo conseguiremos cuando la fuente que beba nuestro corazón sea la de la Palabra de Dios, la de la Eucaristía, la del Sacramento de la Reconciliación. Hoy tenemos una oportunidad más para descubrir y pedir al Señor que sea su amor quien rebose cada día en nosotros para que tengamos una vida que solamente proclama el Reino de Dios.