Hoy damos gracias a Dios por este precioso regalo que supone celebrar la eucaristía. El poder sentarnos en torno a la mesa con el Señor. En la Eucaristía vivimos muchos momentos, pero me gustaría resaltar tres:
Seguimiento: Jesús se da a nosotros en la Eucaristía, comparte nuestro mismo camino, es más, se hace alimento, el verdadero alimento que sostiene nuestra vida también en los momentos en los que el camino se hace duro, los obstáculos ralentizan nuestros pasos. Nos invita a seguirlo y salir de nuestro individualismo y entrar en comunión.
Comunión: La comunión es asimilación: comiéndole a Él, nos hacemos como Él. Pero esto requiere nuestro «sí», nuestra adhesión de fe. El seguirlo, que me hace uno con Él en comunión, desemboca en un compartir.
Compartir: Y en la Eucaristía el Señor nos hace recorrer su camino, el del servicio, el de compartir, el del don, y lo poco que tenemos, lo poco que somos, si se comparte, se convierte en riqueza.
Cristo está presente realmente en la Eucaristía, dejémonos transformar por Él. Dejemos que se nos dé, que le sigamos para salir de nosotros mismos, para siendo uno con Él nos partamos y repartamos a todos los que nos rodean.