Nos encontramos en el ecuador de la Cuaresma, es un momento bueno para ver cómo va yendo esa partitura de Dios en nuestra vida. Como va la composición musical. Ya hemos puesto las notas de la fe y de la esperanza. Hoy con el Evangelio del encuentro de Jesús con la samaritana, la nota del amor.
Este encuentro y diálogo se puede llevar a nuestra vida cotidiana. Jesús toma la iniciativa en el diálogo. Pero hay una barrera en ella. Son nuestras barreras, nuestras hostilidades que nos hacen mostrarnos distantes, recelosos, nuestros prejuicios. Pero Jesús no tiene miedo. Jesús cuando ve a una persona va adelante porque ama. Nos ama a todos. No se detiene nunca ante una persona por prejuicios.
Sino que le ofrece el verdadero pozo que sacia su sed. Porque Cristo sacia la sed de nuestra vida, rompe el alma endurecida, y todo lo seco que hay en nuestro corazón se empapa del amor de Dios, se empapa de la esperanza, se empapa de la misericordia, se empapa de la alegría de Dios. Y es esa fuente la que cada día nos ofrece el Señor, ese pozo que nos reúne hoy a celebrar la eucaristía.
Y todo comenzó porque tuvo el valor de dejar el cántaro, cuando Dios le habló, no miró a otro lado, no dijo no tengo tiempo, no puso excusas. Él está siempre ahí, dejemos los cántaros de nuestra vida, para que descubramos como nos habla, nos da a beber de la fuente de la vida, para llevar esta música de Dios, esta alegría a todos los que nos rodean.