Comenzamos hoy un año nuevo, un año que se nos invita a vivirlo marcado por la esperanza. Conservaba todo en su corazón, lo iba meditando, rumiando, porque Dios no pasaba por su vida, no era simplemente un consumir, es un pararse, es dejar que todo ese ambiente del pesebre llenara su vida. No es simplemente celebrar la eucaristía, rezar o ayudar, es dejarse envolver por toda esta gracia de amor, de misericordia.
Así María provoca el primer milagro, está al pie de la cruz y después de la Resurrección se convierte en madre de oración. Porque supo conservar en su corazón al Señor y se convirtió en estrella de amor, en estrella de fe, en estrella de esperanza. Que este año que comienza sea una vida que va al pesebre cada día, para dejándose envolver por esta “atmósfera de Dios” y así nos convirtamos en estrella de esperanza en medio del mundo, como María.