«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna…” (Jn 10, 27)
En el Domingo del Buen Pastor Jesús mismo nos recuerda cómo nos conoce personalmente, nos llama por nuestro nombre. Al mismo tiempo, que también nosotros le conozcamos a él, al menos un poco, cambia nuestra vida entera; porque conociéndole a él, conocemos a Dios. Experimentamos en él la bondad, el cuidado y la presencia íntima de Dios en la vida de cada día.
En este día elevamos especialmente nuestras oraciones por los sacerdotes y las vocaciones: «son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado…» (S.J.Pablo II – Pastores dabo vobis 15)