Contemplamos la importancia de tener un corazón espléndido, en la medida del amor de Dios. Una vida espléndida es una vida que resplandece. Y lo que resplandece es el amor, lo contrario apaga el brillo de nuestra vida.
Y como empieza a ser nuestra vida espléndida, con la confianza y el ponerse en manos de Dios cada día. Y eso ayuda la oración, no puedo estar queriendo que Dios asuma mis criterios, es al revés, es dejar que Dios nos lleve. Hay que ser confiados. Un corazón abierto al plan de Dios.
Es poner a Dios en el centro de nuestra vida. Es tener esa esplendidez del corazón de Dios en nosotros, pero aprendiendo de su estilo de hacer las cosas. Es vaciarse sin medida, es vivir la lógica del don gratuito en todo lo que hacemos. En este día de la Iglesia diocesana, seamos una Iglesia que lleva el corazón de Dios al mundo.