En este domingo descubrimos la historia del joven rico. Empecemos pidiendo la sabiduría de Dios para descubrir todas las cosas que vamos añadiendo en nuestra vida. Aquel joven cumplía muchas normas, seguramente hacía todas las oraciones, pero no dejaba que el Señor se quedara en su corazón. Por eso siempre le faltaba algo, no era lo suficientemente feliz, no estaba siempre a la altura y eso le pesaba. Necesitaba algo más.
El Señor le mira con ternura y con cariño. Y le pide que deje todo lo que lastra el corazón y obstaculiza el amor. Si el corazón está abarrotado de posesiones, mi imagen, mis éxitos, el tengo que hacer, mis planes, el Señor y el prójimo se convierten sólo en una cosa entre otras. El Señor viene a librarle de todo eso. Nos anima a desprendernos.
Pidámosle al Señor, que nos mira con cariño en este día, que nos dé la fuerza de voluntad necesaria para desprendernos de tantas cosas inútiles y llenarnos de Él. Para que vivamos la alegría de una vida que se da a los demás.