El Señor nos presenta la tentación es la de la cerrazón. Los discípulos querrían impedir una buena obra sólo porque la persona que la ha realizado no pertenece a su grupo. Creen que tienen «derechos exclusivos sobre Jesús» y que son los únicos autorizados a trabajar por el Reino de Dios.
Hay que evitar creernos que tenemos la «licencia de creyentes» para juzgar y excluir. A los que no son de nuestro grupo, de nuestros planteamientos, son actitudes que tenemos que cortar. No podemos ser una iglesia de islas, sino una iglesia donde aprendemos a caminar unidos.
En este curso que comenzamos, que somos llamados a ser peregrinos de esperanza. Caminando juntos a una misma meta, ser esperanza de Dios en medio del mundo. El Señor nos llama a ello. Hay tanto bueno que hacer, hay tanto amor que dar, tanta esperanza que regalar, no presentemos excusas, pongámonos en camino, como familia todos juntos a peregrinar en la esperanza de Dios, sin exclusiones.