Segundo domingo de adviento, seguimos embarcados rumbo a Belén, si el pasado domingo poníamos la brújula, este domingo se nos invita a poner el timón, con el objetivo de enderezar el rumbo. Porque no consiste solamente en saber a donde tengo que ir, que es muy importante, sino poner el timón de nuestra vida en la posición correcta. ¿Y cómo podemos enderezar el rumbo?
1/ La conversión; cambiar de dirección y de orientación; y, por tanto, también cambiar de modo de pensar. La conversión es una gracia: nadie puede convertirse con sus propias fuerzas. Es una gracia que te da el Señor.
2/ La oración; en la que nos vamos dejando hacer por Dios. Es saber que Él está con nosotros. Es aprender a dejar que Dios sea Dios.
3/ La caridad; una vida esforzándose en vivir el amor en lo concreto. La caridad encarnada nos endereza el rumbo.