Llamados a glorificar a Cristo Señor en nuestros corazones, es decir, cultivad una relación personal de amor con él, amor primero y más grande, único y totalizador, dentro del cual vivir, purificar, iluminar y santificar todas las demás relaciones.
Para ello son fundamentales tres actitudes:
Escucha: hacer resonar en nosotros la Palabra de Dios cada día con la oración. No leer la Palabra, sino dejar que Dios nos la lea.
Acogida: en la realidad cotidiana; en la Iglesia de hoy, tal como es; en los que están cerca de ti cada día, en los necesitados, en los problemas de tu familia, en los padres, en los hijos, los abuelos, acoger a Dios allí.
Amar: la escucha y la acogida abren a amar como Dios ama.
Estamos llamados a una vida que glorifica a Dios, escuchemos la Palabra de Dios, acojámosla en el hermano, para amar a todos los que nos rodean.