«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Empezamos la reflexión sobre el Evangelio desde el final, porque nos recuerda que lo que acabamos de escuchar no son palabras vacías, no es un mensaje de whatshapp copiado que recibimos y reenviamos. Es la palabra de Dios que se ha encarnado y se cumple, en nuestra vida, en el hoy concreto, en la situación en la que nos encontremos. Y nos tiene que llenar de esperanza.
Y para ello tenemos, como nos dice el evangelio: «Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.» Poner nuestra mirada en Dios. Sincronizar nuestra vida, nuestra alma con Cristo. Porque cuando dejamos de poner la mirada en Dios, de alzar nuestros ojos a Él, perdemos el norte. Las debilidades, las cruces, las dificultades nos pueden. Y es poner la mirada en Él, para aprender a tener esa mirada sobre la vida que nos rodea, sobre nosotros mismos y sobre la Iglesia. Y así descubrir como Dios nos mira y nos muestra que en el hoy se cumple su palabra.
Y nos envía a ser Buena Noticia, Evangelio vivo para los demás. Buena Noticia para los que sufren, los más pobres. Buena Noticia para las familias. Buena Noticia para aquellos que han perdido la esperanza, la paz. Nuestra misión es ser Buena Noticia de Dios, pero para ello debemos poner la mirada en Dios, por medio de la oración diaria, que nos lleva a descubrir que hoy tenemos la gracia y el gozo de poder ser Evangelio vivo para los demás.