Seguimos caminando en este tiempo de Adviento, rompiendo los Noes al miedo, al desánimo, diciendo Sí a Dios. El Sí de la fortaleza, el Sí de la esperanza y este domingo el Sí de la vida. Estamos en el domingo de la Alegría. Porque el nacimiento del Mesías es inminente, y esa cercanía de Dios nos invita a decir Sí a la vida. A esa alegría que por donde pasa florece.
El mensaje cristiano se llama «evangelio», es decir «buena noticia», un anuncio de alegría para todo el pueblo; la Iglesia es la casa de la alegría. Y aquellos que están tristes, encuentran en ella la alegría. Encuentran en ella la verdadera alegría. El Evangelio no es una alegría cualquiera, encuentra su razón en el saberse acogidos y amados por Dios.
Y desde ahí decimos ese Sí a la Vida, para que por donde vamos pasando crezca el amor, la esperanza, la fortaleza, la alegría. Conscientes que no somos dueños del Evangelio sino portavoces de una gran Noticia. Que el Señor nos conceda el don de ser ese eco de la voz de Dios, que por donde resuenen nuestras palabras, nuestras actitudes, nuestros sentimientos crezca siempre la vida.