Celebramos hoy el día del Corpus, el Jesús silencioso presente en el sagrario, que nos espera y nos recuerda que cada uno de nosotros debemos ser esa procesión de amor de Dios en medio de la calle. Porque alimentarse de Cristo es llenarse de la misma vida de Dios, es darle gracias a Dios por su presencia, por su cercanía.
Que descubramos el gran regalo de la eucaristía, que descubramos la suerte que tenemos de poder llenarnos de Dios, de su Vida y que sepamos compartirlo con todos los demás, siempre con generosidad, que lo que Dios nunca nos niega a nosotros, nosotros nunca se lo neguemos a los demás.
Que no se os olvide, que cada vez que comulgamos Dios llena nuestra vida, llenemos la vida de los demás de Dios, porque no podemos salir igual que entramos, hoy el mismo Dios se hace presente aquí acojámoslo en el corazón y llevémoslo a la vida. Le preguntaron los discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?». Hoy nos preguntamos nosotros donde tenemos que hacer más presente que nunca a Cristo partido y repartido.