Último domingo de Cuaresma, seguimos podando todo lo que nos aleja de Dios. Hoy nos tocará podar la apatía e injertar la entrega. De recuperar la ilusión, de aprender a soñar como Dios, y más en estos tiempos.
Cuando nos acecha la apatía espiritual todo se convierte en pena, en queja, en negatividad, en falta de esperanza, en descontento crónico que nos va secando el alma. Nos lleva a huir de la entrega. Mirando a Cristo vemos que no se deja vencer por la pasión, sino que la mira cara a cara y nos enseña a hacer lo mismo ante la cruz.
¿Cómo superar esa apatía? La oración: dialoga con el Creador. Cristo ora. El amor que emana de la oración no es cansino sino resolutivo puesto que armoniza la vida de la persona y la conduce con seguridad por los caminos de la vida. Es soñar la gloria verdadera que es la de Dios. Y así no tenemos miedo a la entrega, es demostrar que es la hora del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios. Que esta última semana, sea el momento de dejar las apatías de nuestra vida, para hacer de ella la hora de la entrega, del amor de Dios.