Hoy iniciamos el Adviento: significa llegada. Es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios. Este año con el lema: JESÚS, RAÍZ DE NUESTRA ESPERANZA
Tenemos la oportunidad de llenar nuestra vida de la esperanza de Dios. Hoy más necesaria que nunca, por eso os invitamos a reavivar la esperanza, el amor de Dios. Y el primer paso en este reavivar la esperanza es la palabra: velad. Velad es descubrir que el adviento es la oportunidad de abrir el corazón a Dios, «porque no sabemos a qué hora llegará el dueño de casa» y aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en nuestro corazón, no seríamos felices. La persona que vela es la que, en el ruido del mundo, no se deja llevar por la distracción o la superficialidad, sino que vive de modo pleno y consciente el amor de Dios.
Es descubrir y abrir la puerta de nuestro corazón, sabiendo que sólo se abre por el lado de adentro. Es preparar nuestro nacimiento, nuestro «belén» interior. Y esto exige estar en vela para que el pecado y los vicios del mundo no hagan presa de nuestra vida.