“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen.” Con estas palabras, el Señor nos describe una verdadera experiencia de cercanía, de cuidado, de amor que reconoce a cada uno por su nombre.
En tiempos convulsos como los que vivimos, donde abundan las voces y no siempre es fácil distinguir cuál seguir, estas palabras son una llamada a volver al silencio del corazón, a afinar el oído interior y buscar esa voz que no confunde, que no presiona, sino que invita, consuela y acompaña. Esa es la voz de Cristo, que no sólo nos habla, sino que nos conoce. Y ser conocidos por Él es algo más que una declaración de intenciones: es una experiencia de amor personal, único, irrepetible.
No ha sido una coincidencia, sino un auténtico regalo de la Providencia, suscitar un nuevo pastor de toda la Iglesia, en vísperas de esta celebración, cabeza visible del Único y Supremo Pastor, Jesucristo. Como nos recordaba León XIV, apenas unas horas de ser elegido, «Es en este mundo en el que estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir, como Pedro: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»(Mt 16,16). Y concreta: “Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia”