Ese es el sentido de este domingo de la Ascensión. Aprender a levantar la mirada a Dios, para que iluminados por el Señor seamos capaces descubrir la esperanza a la que hemos sido llamados.Y así descubrimos que uno de los mayores regalos que Dios nos da es que sube el cielo bendiciendo. Y nos ayuda a descubrir que nuestra vida estamos llamados a bendecir. Una vida que bendice a los demás. Porque estamos llamados a ser testigos de la bendición de Dios.
Ser bendición de Dios es ser bendición de alegría con nuestra cercanía, es ser bendición de esperanza ayudando a poner la mirada de Dios, es ser bendición de perdón cuando las situaciones se enquistan, es ser dulzura en medio de las amarguras, ser bendición de la mirada de Cristo cuando aparecen las críticas y envidias.
Llamados a pasar por la vida bendiciendo a los demás. Una Iglesia que bendice y alegra los corazones. Este es el regalo de esta solemnidad de la Ascensión, que poniendo la mirada en Dios miremos nuestra vida siendo bendición de Dios.