El Evangelio nos recuerda que el sepulcro está vacío, y esa noticia lo cambia todo
La narración del Evangelio del primer domingo de Pascua, pone énfasis en la importancia del primer signo de la Resurrección: el sepulcro vacío. Por eso, el Evangelio este día ilumina nuestra realidad con una certeza: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí ¡¡Ha resucitado!!. Es decir, tenemos la certeza de que ¡Cristo vive! ¡Cristo ha vencido a la muerte!.

En este Año Jubilar de la esperanza, estamos llamados a ver todas las realidades —incluso las más difíciles— desde la luz de Cristo resucitado. Solo desde esa luz es posible no desanimarse, no ceder al miedo, sino caminar con esperanza. No nos quedemos encerrados en nuestros sepulcros. Un corazón inquieto se pone en camino. No lo detiene el preocuparse por quién quitará la losa. La Resurrección ha roto todas las losas de los sepulcros.
Hemos sido creados para llevar la luz de Dios a los demás. Lo que más necesitamos hoy es ser amor esperanzado de Dios en medio del mundo: cada uno de nosotros como llama de esperanza y vida para los demás.
Proclamemos con nuestra vida que Cristo vive, que su amor ha vencido al pecado y a la muerte, y que en Él hemos sido hechos partícipes de una vida nueva.
Vivamos esta Pascua con alegría y confianza. Que Jesús Resucitado nos impulse a renovar nuestra fe, a encender nuestra esperanza y a contagiar nuestro amor.
¡Cristo vive y nos quiere vivos! ¡¡Aleluya¡¡