A veces, nos preguntamos si nos vamos a salvar, qué tengo que hacer para salvarme. Cómo si fuera mérito de nuestro esfuerzo. Y no es así, es todo por gracia de Dios, nosotros lo que estamos llamados es a vivir, cada día, la gratuidad de la salvación.
Y eso comienza, con el compromiso de una conversión urgente, no dejemos pasar el momento que se nos brinda para dejar que Dios actué en nosotros. Dios quiere nuestra salvación, eso implica una respuesta por nuestra parte. Así entrando por la puerta de Jesús, laque es la puerta de la fe y del Evangelio, podremos salir de los comportamientos superficiales, de los egoísmos y de la cerrazón. Cuántas veces nuestro pecado, orgullo, soberbia, nos impide entrar por la puerta del amor de Dios.
Tenemos que descubrir qué tenemos que adelgazar en nuestro corazón, en nuestra vida para pasar por esa puerta. El Señor está esperándonos para darnos ese abrazo del perdón. Y mostrarnos el camino de la salvación, que no recorremos solos, sino como Iglesia, haciendo presente el reino de Dios en un compromiso en nuestra vida diaria. No tengamos miedo, merece la pena, aprovechemos esta oportunidad que en este altar nos da el Señor.