«Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió». Nos adentramos en la segunda semana de Cuaresma, partimos desde ese deseo de vivir anclados en la esperanza, partiendo del entusiasmo después de vencer las tentaciones en el desierto. Y ahora nos dirigiremos al monte Tabor, donde descubriremos la importancia del compromiso.
“Mientras Jesús oraba”, cambió el rostro de Jesús. La oración cambia nuestra vida. No hay otro modo, no vale solamente el esfuerzo, de voy a hacer. Porque cuando hago silencio, es cuando descubro a un Dios que me habla. Y me habla al corazón. Y me habla de amor esperanzado. Me habla de subir a Jerusalén, de ser luz suya para los demás.
Cuando uno escucha esa voz, cono serenidad, con tranquilidad, entonces nuestro rostro cambia. Nuestra vida descubre que hemos sido tocados por Dios, para tocar la realidad con el amor de Dios. Y eso nos lleva al compromiso, porque si algo hace la oración es mirar a la realidad con los ojos de Dios, no huir de la entrega y el compromiso.
Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento y reconocimiento al coro que cada eucaristía nos regala y acompaña con sus cantos y música. La liturgia cuando es engalanada con la música, la voces acompasadas y bonitas, la alegria y belleza en los adornos florales, la vestimenta cuidada en los tiempos litúrgicos y todo aquello que se propone como forma de acercarnos al Misterio es un regalo para la feligresía que escucha y vivencia la Palabra.
Así como, una buena homilía que llega al corazón y a la razón es un regalo en cada eucaristía. La parroquia ha ganado en vitalidad y en la pastoral que realizan Don Guillermo y Don Manuel, su labor y gestión parroquial es admirable.
Es una alegría ver cómo cada año, la juventud, las familia jóvenes y los más mayores, según horario, llenan la iglesia. Gracias de todo corazón a todos los que hacéis posible está experiencia tan especial cada domingo.
Un cordial saludo