Es el momento de preguntarnos en esos momentos donde descansa mi vida. Porque el Señor nos llama a descansar en Él, porque con Él la carga del trabajo y de la vida no desaparece, pero sí es más llevadera. No existen fórmulas para desaparecer los problemas, las dificultades ni los sufrimientos. Forman parte de la existencia de todos y cada uno. Pero una cosa es sumergirse en el problema, en la dificultad y en el sufrimiento, y otra muy distinta es saber afrontarlos. Y si se superan de la mano de Cristo, mucho mejor. Cómo podemos llevarlo a cabo:
- Con un corazón sencillo y humilde. Porque la sencillez no es complicar las situaciones o enrevesarlas, es ir con un corazón humilde y agradecido, descubriendo la presencia de Dios en nuestra vida. La sencillez de mirarlo desde Dios.
- Y desde ahí la mansedumbre: actitud mansa y humilde, a imitación del Maestro. La mansedumbre se manifiesta en los momentos de conflicto, se puede ver por la forma en que se reacciona a una situación hostil. La mansedumbre es capaz de ganar el corazón, salvar amistades, afrontar la vida desde Dios.
Hoy el Señor nos invita a descansar en Él, pongamos nuestra vida en sus manos, para que un corazón sencillo y agradecido vivamos nuestra vida con la mansedumbre de Dios.