Esta es la petición del rey Salomón a Dios. Porque cuando tenemos ese corazón sabio, aprendemos a discernir lo importante, a tomar las decisiones según Dios. Y entendemos las parábolas que se nos han presentado hoy.
La primera característica de este corazón sabio es el don de la renuncia que nace de haber descubierto el tesoro de Dios en nuestra vida. Y ese corazón sabio, que renuncia, que apuesta por Dios, al final vive la vida sin crear distinciones. Si algo nos muestra la red que recoge a todos. Por eso hay que pedirle al Señor que no permitamos que esta red se destroce. Y empecemos con las clasificaciones.
Y ese corazón sabio no pierde la novedad de Dios en la vida. No es la última moda, sino es la novedad de sabernos amados cada día, de sabernos perdonados, de sabernos resucitados y eso nos hace vivir como algo nuevo cada día.
Por eso vamos a pedirle al Señor en este domingo, que nos de ese corazón sabio que sepa discernir el bien del mal, que sepa descubrir el verdadero tesoro que Dios pone ante nosotros, para que renunciemos a aquello que nos aleja. Y así vivamos cada día desde la novedad de Jesucristo, la novedad de poder amar sin distinciones.