¿Qué debemos hacer para que no se turbe nuestro corazón? El Señor indica dos remedios. El primero es: «Creed en mí»: la liberación del turbamiento pasa por la confianza. Además, hay un segundo remedio para la angustia que Jesús expresa del siguiente modo: «voy a prepararos un lugar». Esto es lo que hace Jesús por nosotros: nos ha reservado un lugar en el Cielo. No vivimos sin meta ni destino. Se nos espera, somos preciosos.
Desde ahí descubrimos a Jesús como el camino, la verdad y la vida
Jesús es el camino para subir al cielo: el camino del amor humilde, de la oración, de la mansedumbre, de la confianza, del servicio a los demás. No es el camino de mi protagonismo, es el camino de Jesús como protagonista de mi vida.
Así se convierte en la única verdad. Caminamos en la verdad del amor, de la misericordia, del Señor. Y así la vida abundará en nosotros. Esa vida que nos invita a levantarnos cada día, a ponernos en camino. A no tirar nunca la toalla. A no quedarnos en el desánimo.
Y todo esto comienza cuando confiando en el Señor, abrimos nuestro corazón a Él y dejamos que sea nuestro camino, verdad y vida.