Este vamos a preparar un banquete, y lo primero que nos preguntamos es a quienes sentamos en ese banquete de nuestra vida y si hacemos acepción de personas. Y en qué lugar colocamos a Jesús y su Madre, es decir, dónde están habitualmente en mi día a día.
Y empieza el banquete de la vida, y ocurre que muchas veces no nos damos cuenta, que nos falta el verdadero vino de Dios. Estamos metidos en la rutina, en las prisas, los agobios, el hacer. Y no nos damos cuenta que nos falta el Señor, pero seguimos postergando el encuentro con Él, porque no tengo tiempo, porque estoy enfadado, o no obtengo fruto. En el fondo estamos aguados. Pero, nuestra Madre, se da cuenta. Y nos invita a mirar a su Hijo: «Haced lo que él os diga».
Es descubrir a quién tengo que poner en el centro de la mesa de mi vida. Es poner su palabra, su vida. Para pedirle al Señor que lo llene todo, como llenó esas tinajas, que llene nuestra vida.