Hoy el Señor nos habla de la verdad, algo hoy tan cotizado, porque vivimos tan rodeado de manipulaciones, de intereses, de búsqueda del propio provecho. Llegamos a un nivel que nos preguntamos en ocasiones si hay alguna verdad. Y la verdad es que Jesús después de ser arrestado en Getsemaní: atado, insultado, acusado y llevado ante las autoridades de Jerusalén. Nos muestra cuál es el reino verdadero. El reino de la paz, el reino del amor, el reino de Dios. Uno se podría preguntar pero ese reino no tiene también un interés.
Porque Su trono es la cruz; su corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano; no viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos deslumbrantes en los dedos, sino sus manos están traspasadas por los clavos; no posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas.
Frente a tantas mentiras, que descubramos que estamos llamados a ser testigos de la verdad de Dios, de la verdad del amor, de la verdad de la fe, de la verdad de la esperanza.